DISCURSO DE LUIS HERNÁN WERNER PRESIDENTE DEL CLUB GIMNÁSTICO ALEMÁN DE LLANQUIHUE EN CELEBRACIÓN DE LOS 160 AÑOS DE LA LLEGADA DE LOS COLONOS ALEMANES AL TERRITORIO DE LLANQUIHUE
Llanquihue, 24 de noviembre de 2012
“En nombre del Club Gimnástico Alemán de Llanquihue, me permito distraer su atención para en breves palabras, rendir un cálido homenaje en los 160 años de la colonización alemana en la Provincia de Llanquihue.
Hoy día los descendientes de los colonos fieles al juramento de Karl Anwandter el 17 de noviembre de 1850, de ser chilenos honrados y laboriosos como el que más lo fuere, se han integrado en la nación, justificando un lugar dentro de la ciudadanía sin pedir otro privilegio que el que emana del trabajo tesonero, de la capacidad heredada de su ancestro, y de un sincero y leal amor a esta tierra generosa, que acogió a nuestros bisabuelos y abuelos.
Sin embargo , integración no significa renuncia a la tradición, ni a la cultura, y tampoco al idioma que nos legaron nuestros antepasados como la mejor herencia. De ella no se ha hecho una exclusividad mezquina, al contrario, la hemos puesto al servicio de Chile, entregando nuestro aporte al progreso, allí donde ha sido menester.
Es así, como no hablamos de colonia, somos una comunidad chilena de ascendencia alemana, constituida por agricultores, industriales, comerciantes, profesionales, militares, religiosos, artesanos, etc, etc.. Podemos pues con orgullo lanzar una mirada retrospectiva a los 160 años transcurridos y enfrentar con optimismo el futuro.
No sería justo no recordar en esta ocasión a los prohombres de la colonización : don Bernardo Philippi y don Vicente Pérez Rosales. El primero iniciador de la idea de colonización, fue un extraordinario marino, científico, explorador e incansable investigador; el segundo, designado el 10 de octubre de 1850, Agente de la Colonización por parte de Antonio Varas Ministro del Interior del Presidente Manuel Bulnes, fue la persona que asigna las tierras a la llegada de los colonos y se preocupa fielmente de ellos dentro de la posibilidad de dicha época . Por algo se le nombraba cariñosamente como papá Rosales.
En esos tiempos llegaron alrededor de 75 barcos, la corriente inmigratoria era continua. Hasta el año 1875 llegan 8.000 personas. Este número no es alto, pero estos abnegados y laboriosos
inmigrantes han laborado para su nueva patria las más prósperas provincias, transformando la selva impenetrable en florecientes campos productivos.
El establecimiento de industrias, comercio, instituciones de enseñanza y culturales, así como bomberiles y deportivas , han contribuido a dar un auge impensado a estas regiones que estaban antes postradas y deshabitadas.
En memoria de ellos, se ha erigido en lo alto de Totoral el monumento a “Nuestros Antepasados” desde donde admiramos atónitos la grandeza de Dios , en la majestuosa belleza de los volcanes, y en la serenidad del gran lago Llanquihue. Los nombres de los colonos están perpetuados en bronce junto a los retratos de don Bernardo Philippi y de don Vicente Pérez Rosales. Todo monumento recordatorio es poco en comparación al inmenso monumento que ellos han elaborado con sus propias manos.
Sean ellos testigos de que hemos cumplido con la tradición que nos legaron en pro de la tradicional amistad chileno-alemana, sirviendo y amando a nuestra patria, pero jamás olvidando nuestras raíces. La constancia y el apego al trabajo no hizo fracasar los intentos y esperanzas. Los descendientes de hoy deben inclinarse con todo orgullo y profundo respeto hacia aquellos esforzados pioneros .Gracias “.
“En nombre del Club Gimnástico Alemán de Llanquihue, me permito distraer su atención para en breves palabras, rendir un cálido homenaje en los 160 años de la colonización alemana en la Provincia de Llanquihue.
Hoy día los descendientes de los colonos fieles al juramento de Karl Anwandter el 17 de noviembre de 1850, de ser chilenos honrados y laboriosos como el que más lo fuere, se han integrado en la nación, justificando un lugar dentro de la ciudadanía sin pedir otro privilegio que el que emana del trabajo tesonero, de la capacidad heredada de su ancestro, y de un sincero y leal amor a esta tierra generosa, que acogió a nuestros bisabuelos y abuelos.
Sin embargo , integración no significa renuncia a la tradición, ni a la cultura, y tampoco al idioma que nos legaron nuestros antepasados como la mejor herencia. De ella no se ha hecho una exclusividad mezquina, al contrario, la hemos puesto al servicio de Chile, entregando nuestro aporte al progreso, allí donde ha sido menester.
Es así, como no hablamos de colonia, somos una comunidad chilena de ascendencia alemana, constituida por agricultores, industriales, comerciantes, profesionales, militares, religiosos, artesanos, etc, etc.. Podemos pues con orgullo lanzar una mirada retrospectiva a los 160 años transcurridos y enfrentar con optimismo el futuro.
No sería justo no recordar en esta ocasión a los prohombres de la colonización : don Bernardo Philippi y don Vicente Pérez Rosales. El primero iniciador de la idea de colonización, fue un extraordinario marino, científico, explorador e incansable investigador; el segundo, designado el 10 de octubre de 1850, Agente de la Colonización por parte de Antonio Varas Ministro del Interior del Presidente Manuel Bulnes, fue la persona que asigna las tierras a la llegada de los colonos y se preocupa fielmente de ellos dentro de la posibilidad de dicha época . Por algo se le nombraba cariñosamente como papá Rosales.
En esos tiempos llegaron alrededor de 75 barcos, la corriente inmigratoria era continua. Hasta el año 1875 llegan 8.000 personas. Este número no es alto, pero estos abnegados y laboriosos
inmigrantes han laborado para su nueva patria las más prósperas provincias, transformando la selva impenetrable en florecientes campos productivos.
El establecimiento de industrias, comercio, instituciones de enseñanza y culturales, así como bomberiles y deportivas , han contribuido a dar un auge impensado a estas regiones que estaban antes postradas y deshabitadas.
En memoria de ellos, se ha erigido en lo alto de Totoral el monumento a “Nuestros Antepasados” desde donde admiramos atónitos la grandeza de Dios , en la majestuosa belleza de los volcanes, y en la serenidad del gran lago Llanquihue. Los nombres de los colonos están perpetuados en bronce junto a los retratos de don Bernardo Philippi y de don Vicente Pérez Rosales. Todo monumento recordatorio es poco en comparación al inmenso monumento que ellos han elaborado con sus propias manos.
Sean ellos testigos de que hemos cumplido con la tradición que nos legaron en pro de la tradicional amistad chileno-alemana, sirviendo y amando a nuestra patria, pero jamás olvidando nuestras raíces. La constancia y el apego al trabajo no hizo fracasar los intentos y esperanzas. Los descendientes de hoy deben inclinarse con todo orgullo y profundo respeto hacia aquellos esforzados pioneros .Gracias “.
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